06 diciembre, 2023

Reflexiones sobre el Highly Cited Researchers 2023

Por: Luis Bernardo Weky / luis.weky@uss.cl
Vicerrectoría de Investigación y Doctorados, Universidad San Sebastián.

Recientemente, la compañía Clarivate dio a conocer la lista Highly Cited Researchers 2023, clasificación en la que se destaca a los investigadores más influyentes a nivel mundial. En esta ocasión, fueron incluidos 6.849 investigadores reconocidos por las numerosas citas que han recibido sus trabajos. Notablemente, el 80% de ellos proviene de tan solo 10 países, subrayando la marcada concentración geográfica y cultural de la excelencia científica.

Uno de los aspectos que llamó la atención sobre el último listado fue la exclusión de más de 1.000 investigadores. Para elaborarlo, Clarivate adoptó un proceso que comenzó con la creación de una lista inicial basada en los Highly Cited Papers de la última década. Luego, se implementaron “filtros cualitativos mejorados” para detectar posibles irregularidades en las publicaciones, incluyendo la hiperautoría, autocitaciones excesivas y patrones inusuales de citaciones grupales.

Según Clarivate, este enfoque resalta el rigor aplicado para asegurar la integridad y calidad de los Highly Cited Researchers. La exclusión de candidatos debido a prácticas como la hiperautoría y autocitaciones excesivas refleja el compromiso de la lista con la excelencia y la originalidad en la investigación.

Ahora bien, en el contexto actual la colaboración científica se ha vuelto imperativa para abordar problemas complejos de alcance global. Esto ha llevado a un aumento notable en el número de autores por paper. La ciencia contemporánea, como una empresa universal, se distingue por la creciente necesidad de establecer redes internacionales de colaboración. Esta tendencia es especialmente evidente en disciplinas y campos científicos específicos, y se intensifica aún más en proyectos colaborativos de gran envergadura. La capacidad de formar alianzas internacionales no solo se ha vuelto una posibilidad, sino una necesidad crucial para avanzar en la investigación científica.

Aunque la colaboración científica es actualmente una causa necesaria, algunas posibles distorsiones se evidencian en la llamada hiperautoría, caracterizada por un gran número de autores de una publicación. Si bien el límite numérico a partir del cual se podría hablar de hiperautoría no está definido, especialistas han señalado que trabajos con más de diez autores entran en esa categoría (Fernández, 2023), mientras que otros atribuyen el término a las publicaciones firmadas por más de mil autores (Oliveira Andrade, 2020), fenómeno que ha aumentado en los últimos años.

Independientemente del número, y más allá de la necesidad de que investigadores emprendan trabajos colaborativos de determinada envergadura, la hiperautoría tiene ya sus consecuencias y víctimas (los excluidos del Highly Cited Researchers) a partir de una distorsión de lo que se entiende por colaboración. El problema de la hiperautoría recae -entre otros aspectos- en que la asignación de contribuciones individuales en un paper tiende a diluirse en equipos extensos. Por eso, es cada vez más frecuente encontrar revistas que solicitan al autor de correspondencia que indique la contribución individual de cada autor, cuestión que se dificulta en artículos con un número elevado de autores.

Ante la presunción de que un investigador ha sido incluido como autor en un paper sin haber hecho contribución alguna, y ante la evidencia -según Clarivate- de que éste ha sido un patrón repetitivo entre algunos investigadores, debe haber entonces un punto de inflexión en el cual quienes producen ciencia pongan en una misma balanza su empeño en colaborar con grupos y pares pensando siempre en su aporte real individual, más allá de la publicación per se.

Otra preocupación importante se deriva de las autocitas excesivas y los patrones inusuales de citaciones en grupo. La autocitación se presenta cuando un autor incluye referencias a sus propios trabajos en una nueva publicación. Aunque esta práctica puede ser legítima y necesaria en ciertas situaciones, también ha sido objeto de críticas que señalan que incluir una cadena de autocitas en una nueva publicación, donde la información citada no justifica el número de citas, constituiría una mala práctica.

En cualquier caso, existe un margen aceptable de autocitación que permite demostrar la coherencia temática de las investigaciones y consolidar la autoridad investigativa del autor. Sin embargo, el abuso de la autocitación, con el objetivo fraudulento de aumentar la visibilidad personal o manipular métricas, se considera una falta ética. Cuando se agrega a esta práctica el intercambio directo de citas entre autores con la intención de amplificar el impacto de sus trabajos, los resultados suelen conllevar una efímera satisfacción seguida rápidamente de penalizaciones como la exclusión del factor de impacto y, por qué no mencionarlo, la eliminación de las listas de investigadores más citados, en caso de aspirar a alcanzar dicho reconocimiento en la escena de una carrera científica profesional.

Para el año 2023, el Highly Cited Researchers deja importantes insumos para la reflexión, y en ocasiones arroja tantas inquietudes como certezas. Lo cierto es que a la luz de un ranking confeccionado por una corporación internacional de la talla de Clarivate, se suman nuevos retos y presiones a las ya persistentes demandas y exigencias de cambios en los mecanismos e indicadores para la evaluación del desempeño científico.

A medida que se siguen incrementando las preocupaciones en torno a comportamientos no ajustados a la ética en el proceso de comunicación de la ciencia, se han ido desarrollando métodos y herramientas tecnológicas para detectarlos, y resulta cada más más sencillo monitorear y dejar en evidencia a investigadores que incurren en este tipo de faltas. Y no podría ser de otra manera, porque lo que está en juego es la credibilidad de la ciencia moderna.

A la luz de esta realidad, la recomendación a los investigadores apunta en la dirección de profundizar en la colaboración científica nacional e internacional con instituciones de prestigio, asegurando siempre dejar evidencia explícita del aporte individual a razón de dicha colaboración. Esto se concreta -por ejemplo- aprovechando y cumpliendo con rigor la exigencia que las revistas de prestigio han comenzado a incorporar respecto a indicar en un breve párrafo los aportes de cada coautor en una publicación. Y para fines de mayor visibilidad y liderazgo, publicar trabajos con colaboración asumiendo funciones de autor de correspondencia deja clara certeza de los aportes individuales.

Para la autocitación y las citaciones entre grupos existe un margen aceptable que evita excesos embriagadores. Sin embargo, este límite está considerablemente influenciado por el desarrollo y las particularidades de las líneas de investigación de cada autor. A pesar de ello, según las lecciones extraídas de Highly Cited Researchers en su edición 2023, es crucial dar prioridad a las autocitas en un documento solo cuando contribuyen de manera clara al contenido o cuando el autor repite un aspecto previamente publicado en otro trabajo (García, 2020). En esencia, las y los investigadores deben evitar la autocitación como un medio para inflar artificialmente sus recuentos de citas e impactar en su índice H. Este tipo de práctica resulta infructuosa y puede distanciar al investigador de reconocimientos destacados.

 

Referencias