07 enero, 2025

La "segunda víctima" en la atención en salud: Comprender, dimensionar y actuar

Los eventos adversos en los centros de salud impactan tanto a los pacientes y sus familias como a los profesionales involucrados, quienes enfrentan profundas secuelas emocionales y psicológicas que pueden aumentar el riesgo de nuevos errores. La Dra. María Soledad Kappes, académica de Enfermería en la sede De La Patagonia, investiga este fenómeno y propone estrategias para reducir su impacto y promover un sistema de salud más humano y resiliente.

 

María José Marconi J., Vicerrectoría de Investigación y Doctorados USS

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Al ingresar a un centro de salud, damos por sentado que se nos ayudará a sanar; nos enfocamos en la recuperación y en una estadía cómoda, confiando en que no ocurrirán errores. Sin embargo, en ocasiones, los errores suceden a pesar de los esfuerzos por evitarlos. Estos incidentes impactan en primer lugar al paciente como víctima directa y a su familia, pero también afectan al hospital y, de manera significativa, a los profesionales de la salud involucrados. Estos profesionales, conocidos como “segundas víctimas”, enfrentan un profundo impacto emocional y psicológico que ha sido poco estudiado, especialmente en regiones como América Latina.

En Chile, la Dra. María Soledad Kappes, enfermera y académica de Enfermería en la sede De La Patagonia, es una de las pocas personas dedicadas a explorar este fenómeno, dimensionar su impacto, visibilizarlo y buscar estrategias para enfrentarlo.

Un evento adverso no es sólo un error técnico; es un incidente inesperado que causa daño, muerte o incapacidad a un paciente y que no es consecuencia de su enfermedad de base. Puede tener repercusiones devastadoras, desde el daño físico o psicológico que sufren los pacientes hasta el impacto emocional en el profesional que se vio involucrado”, explica la Dra. Kappes, quien combina más de dos décadas de experiencia clínica e investigación.

El concepto de “segunda víctima” fue acuñado en el año 2000 por el Dr. Albert Wu y se refiere a los efectos que un evento adverso tiene en los profesionales de la salud, quienes pueden experimentar desde trastornos del sueño y alteraciones emocionales hasta hipervigilancia e inseguridad profesional. Estas secuelas afectan tanto su bienestar como su desempeño, aumentando la probabilidad de cometer nuevos errores. “Es un fenómeno que puede persistir por años y, en casos extremos, llevar al abandono de la profesión o incluso al suicidio”, destaca la Dra. Kappes.

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Dra. María Soledad Kappes

La situación en Chile y América Latina

En su tesis doctoral y otros estudios posteriores, la Dra. Kappes ha investigado en profundidad este fenómeno. Uno de sus hallazgos más relevantes es la alta prevalencia del “síndrome de la segunda víctima” en enfermeras de unidades de cuidado intensivo (UCI), donde el 67% reportó haber sufrido estrés psicológico tras un evento adverso, mientras que sólo el 2,8% indicó haber recibido apoyo institucional.

Este escenario no es exclusivo de Chile: la Dra. Kappes, junto a un equipo de investigación de enfermeras de Colombia, Paraguay y Argentina, está desarrollando un estudio que muestra patrones similares. “La realidad es que en América Latina el principal apoyo emocional y psicológico para los profesionales de la salud proviene de sus familiares, mientras que el soporte institucional es en muchos casos casi inexistente”, comenta.

Según la académica, los errores no son responsabilidad única del profesional implicado. “Son eventos sistémicos. Para que ocurran, tienen que fallar múltiples barreras. Por eso es crucial trabajar en toda la cadena, no sólo en el resultado final”, explica.

Estrategias de apoyo

En este contexto, la Dra. Kappes enfatiza la necesidad de desarrollar programas de soporte estructurados, como los que ya se implementan en Estados Unidos y Europa. Estos programas están diseñados en tres niveles: apoyo entre pares y supervisores, intervenciones personalizadas para quienes presentan secuelas físicas o psicológicas, y tratamiento especializado con psicólogos para casos graves. “La implementación de estos programas no ayuda solamente a los profesionales, sino que también reduce la probabilidad de futuros errores y mejora la seguridad de los pacientes”, señala.

Actualmente, la Dra. Kappes lidera un proyecto piloto en el hospital de Puerto Montt, con la intención de que sea un modelo replicable a nivel nacional. “Sabemos que los errores van a ocurrir, pero debemos aprender de ellos en un ambiente no punitivo”, afirma. Este enfoque busca apoyar a los profesionales afectados y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de nuevos errores, promoviendo una cultura organizacional de mayor calidad y seguridad en los hospitales y otros centros de salud.

Desde la formación profesional

Para María Soledad Kappes, el cambio debe comenzar desde la formación de los futuros profesionales de la salud. “La educación actual tiene una tolerancia cero al error, lo que no prepara a los estudiantes para enfrentar la realidad”, comenta. Propone incluir en los currículos estrategias para manejar eventos adversos, fomentando una cultura de aprendizaje, colaboración y mejora continua.

A largo plazo, espera que estos programas sean parte integral de las políticas públicas de salud. “Es fundamental reconocer que apoyar a los profesionales afectados no desvía el foco del paciente; al contrario, mejora la atención al reducir errores futuros”, concluye. El fenómeno de la segunda víctima es un recordatorio de que, tras cada error, existe una red compleja de causas y consecuencias que trascienden al individuo. El trabajo de la Dra. Kappes traza un camino hacia un sistema de salud más humano y resiliente.