10 abril, 2025

Ciencia, Infancia y Creatividad

En el Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, el Dr. Felipe Barros, académico de sede Valdivia y Director Ejecutivo del Centro de Estudios Científicos (CECs), comparte una reflexión sobre la ciencia como creación, inspirada tanto por la lógica como por el juego. Una invitación a reconocer en la infancia —y en sus impulsos más espontáneos— el germen del pensamiento científico.

felipe barros neurociencia

Interrogado Picasso por su fuente de inspiración, respondió: “No creo en las musas, pero si llegan, ¡que me pillen trabajando!”. Curiosamente la pintura no tiene musa propia, pero la ciencia sí la tiene. Se llama Urania y de ella depende nuestra misión, que es crear nuevos mundos, y de esa manera explicar y mejorar el actual.

Según la hoy popular taxonomía de Bloom, el pensar tiene seis niveles de dificultad creciente. La base es el memorizar, luego entender, y más arriba aplicar, analizar, evaluar. Al tope de la sesuda pirámide está el acto de crear. Por ejemplo: Camila aprende a contar con los dedos, luego a sumar, restar, multiplicar y dividir. Maravillada, se da cuenta un día de que sumar y multiplicar se parecen (¿o tal vez sean lo mismo?), es el penúltimo nivel. Años después desarrolla un teorema y obtiene su doctorado. ¡Eureka!  La pirámide ha sido conquistada, por la ruta lógica. Suena bien, pero, ¿será así como realmente suceden las cosas?

Un contraejemplo. Su hermano Pedrito, que apenas balbucea, se encuentra por vez primera con un juego de LEGO. Toma una de las piezas y se la mete a la boca, comprobando su textura y dureza.  Luego la conecta con otra pieza, y otra más, hasta quedar satisfecho con su magnífica escultura. ¡Guau-guau!, exclama regocijado. Del “método científico” nada sabe; la musa lo ha llevado a la cumbre de la pirámide de Bloom, de un tirón, sin pisar peldaño alguno.

Estas dos formas de aprender, la lógica y la mágica, coexisten en tensión permanente, pues Urania es hija de Mnemósine, la deidad de la memoria. Una es etérea y veleidosa, se nos escapa por entre los dedos; la otra es sólida y reproducible, objetivable y enseñable. Cuando logran ponerse de acuerdo y trabajar juntas, ocurre el misterioso acto de la creación. En este Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, cabría tener más en cuenta a la tierna y frágil Urania. Como también dijera el genio malagueño: Todos los niños nacen siendo artistas, el problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”.

Felipe Barros, Centro de Estudios Científicos-CECs & Universidad San Sebastián, Valdivia.