Biomateriales: una segunda oportunidad a los residuos industriales
Desde la industria salmonera, agrícola y vitivinícola, Carolina del Carmen Añazco Oyarzún, bioquímica, doctora en Ciencias e investigadora de la Universidad San Sebastián sede Valdivia, valoriza y transforma los desechos de alimentos, colaborando con la sustentabilidad, prevención y cuidado del medio ambiente convirtiéndolos en materias primas para el desarrollo de nuevos biomateriales.
Por: Ciencia en Chile
– A modo de introducción, podríamos hablar de estos biomateriales que elaboran. ¿Cómo inicia esta línea de interés?
La línea de biomateriales la estamos desarrollando desde hace tres años. Comenzamos con los desechos de la industria vitivinícola, donde ya tenemos algunos resultados relacionados con la formación de un colágeno funcional. Esto gracias a las moléculas que existen en ese tipo de desechos, específicamente los flavonoides, clasificados como metabolitos secundarios.
Junto a ello, comenzamos a estudiar otro tipo de desecho: la piel de salmón. Es sabido que la industria salmonera genera grandes toneladas de desecho de piel, y ahí encontramos una gran cantidad de péptidos de colágeno que uno puede aprovechar e investigar para la generación de biomateriales relacionados a cicatrización de heridas cutáneas, por ejemplo.
– Entonces su área tiene mucho potencial para ser adaptado a las necesidades industriales
Así es. De hecho, ahora mismo me encuentro realizando una pasantía en un centro de investigación interdisciplinaria de la Universidad de Aristóteles de Tesalónica, Thessaloniki, Grecia, con enfoque en bioanálisis y ciencia ómica, que utiliza una tecnología de vanguardia muy desarrollada en esta zona de Europa. En Chile existen equipos e infraestructuras, pero se encuentran muy desactualizadas, por lo que aspiro a enriquecerme estas seis semanas de experiencia y poder transmitirlo a mis pares allá.
De por sí, encuentro que no existe una mirada colaborativa para hacer este tipo de ciencias en nuestro país. Si bien hay equipos, requieren con urgencia actualizaciones. Si hay algo replicable del modelo europeo, es la interdisciplina entre distintos profesionales de la salud con aplicación en ciencias de la vida; bioquímicos, nutricionistas, químicos y farmacéuticos, por nombrar algunas ramas que están intensamente adheridas entre sí.
– ¿Y cuál sería, particularmente, su enfoque de estudio?
Conocer, estudiar e identificar desde muestras -en este caso, desde los productos de las distintas industrias-, metabolitos secundarios y aminoácidos relacionados con el colágeno, para poder generar este tipo de productos de alto valor agregado, como por ejemplo, apósitos desde desechos, que puedan servir para intervenciones en heridas cutáneas.
De hecho, parte de mis objetivos con esta pasantía están ligados a técnicas que deseo implementar para futuras aplicaciones. LC-MS: Cromatografía Líquida acoplada a Espectrometría de Masas; GC-MS: Cromatografía de gases acoplada a Espectrometría de Masas y HILIC-LC-MS/MS: Cromatografía de interacción hidrofílica acoplada a Cromatografía Líquida y a Espectrometría de Masas en Tandem, por nombrar algunas.
En nuestro caso, desde la USS sede Valdivia, buscamos la aplicación de estas técnicas ómicas para la generación de biomateriales y alimentos funcionales desde desechos del sector agroalimentario.
– Menciona la necesidad de alianzas interdisciplinarias para lograr avances en esta temática, ¿pero ve usted dispuesta a otras áreas locales para colaborar?
Existe una generación de científicos/as que está iniciando su carrera como investigadores/as principales y que tienen una mirada de ciencia colaborativa. En ese sentido, los académicos que se están uniendo a la universidad en este último tiempo, están aportando un tipo de característica muy enriquecedora para la línea investigativa. Tienen un espíritu científico diferente y muy necesario para estos objetivos, que a la larga, son esenciales para elaborar este tipo de productos innovadores y servicios que puedan servirle a las empresas.
Y en algún momento, mi intención es crear una empresa de base científica tecnológica, particularmente en Valdivia.
– Es una meta pionera de alguna forma, ¿no? ¿Podríamos hablar más de ello?
Nace como una meta al ver precisamente que, aquí en Europa, existen muchos centros que prestan este tipo de servicios a empresas. Entonces, es necesario buscar el financiamiento del Estado, para luego asociarse a empresas que estén trabajando de antemano con las universidades. Para mí, crear una empresa de base científica tecnológica relacionada a medir la metabolómica, identificar compuestos de manera analítica en alimentos o ciertos marcadores moleculares en enfermedades o en salud, creo que sería un aporte realmente considerable en Chile.
– Y si tuviera que hacer una reflexión en torno a la pasantía, su experiencia y las proyecciones que traerá a Valdivia, ¿qué nos compartiría?
Hay que adoptar la cultura interdisciplinaria de los países desarrollados. En Chile, gracias a las nuevas generaciones de investigadores principales que se están incorporando, podemos construir una base sólida entre varias miradas disciplinarias y compartir un poco de la experticia de cada uno. Imaginen poder formar nutricionistas que sean expertos en metabolómica, kinesiólogos, químicos, farmacéuticos, incluso, que aporten matices en una temática que no nos debería ser ajena.
Para la formación del capital humano, tanto de pregrado como de los doctorados -y sobre todo en enfermedades crónicas-, por ejemplo, me parece que el incorporar la ciencia de la metabolómica y la ómica de alimentos va a ser importante.