Grandes desafíos en la lucha contra el cáncer de mama: investigación y prevención
Una de cada ocho mujeres en Chile tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida. Frente a la complejidad de esta enfermedad, la investigación y la prevención son herramientas decisivas.
María José Marconi J., Vicerrectoría de Investigación y Doctorados USS.
A pesar de los avances de los últimos años en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama, continúa siendo el cáncer diagnosticado con mayor frecuencia, y el que causa más muertes de mujeres en todo el mundo. En Chile, 1.500 mujeres mueren al año por cáncer de mama, y una de cada ocho lo padecerá a lo largo de su vida. Un problema grave de salud pública y un desafío persistente para la ciencia.
“El cáncer de mama es una enfermedad muy compleja y heterogénea”, dice la Dra. Patricia Burgos, investigadora del Centro de Biología Celular y Biomedicina (CEBICEM) de la Universidad San Sebastián. “La mama es una glándula compuesta por lobulillos que producen leche. El cáncer de mama se origina en las células que recubren los ductos mamarios, que son los canales encargados de transportar la leche desde los lobulillos hasta el pezón. La agresividad y el tipo de cáncer dependen del lugar específico y de la población de células en las que se desarrolla”.
Es decir, cuando hablamos de cáncer de mama, no todos son iguales. La biopsia, un procedimiento que extrae una pequeña muestra del tejido mamario para su análisis, busca ciertas ‘señales’ o biomarcadores que nos indican a qué tipo de cáncer corresponde.
Un cáncer común, que representa aproximadamente el 60% de los casos, es el cáncer luminal. Este tipo de cáncer tiene moléculas llamadas receptores de hormonas, en especial estrógeno, hormona que puede promover el crecimiento de las células cancerosas. “La buena noticia es que estos cánceres, en general, responden bien a tratamientos que actúan sobre el estrógeno. Un medicamento comúnmente utilizado es el tamoxifeno, que funciona bloqueando los receptores de estrógeno en las células cancerosas, impidiendo que el estrógeno las estimule y, por lo tanto, evitando que el tumor crezca”, explica la Dra. Burgos.
Por otro lado, hay un subtipo de cáncer llamado basal o ‘triple negativo’. Estos cánceres no tienen receptores de hormonas: ni de estrógeno, progesterona, ni HER2, por lo que no se pueden usar las terapias hormonales -como el tamoxifeno- para tratarlos, ni las terapias dirigidas a HER2. Desafortunadamente, suelen ser más agresivos y las opciones de tratamiento son más limitadas en comparación con otros tipos de cáncer de mama.
Esta categorización es crucial para determinar el tratamiento más adecuado para el paciente y para comprender la progresión y prognosis de la enfermedad. La Dra. Burgos recalca que es importante ser conscientes de estas diferencias, ya que ayuda a entender la complejidad y variedad de los cánceres de mama y resalta la importancia de la investigación continua para encontrar tratamientos más efectivos para todos los subtipos. “La decisión clínica es muy significativa, pero el nivel de detalle en la búsqueda de marcadores depende del tipo de prestación médica, lo cual es un problema”, advierte.
Investigación
El problema con el fármaco usado habitualmente en los cánceres luminales, el tamoxifeno, es que con frecuencia los pacientes pueden generar resistencia. La Dra. Viviana Cavieres, investigadora postdoctoral del CEBICEM con el patrocinio de la Dra. Burgos, estudia modelos de células luminales que responden a tamoxifeno, y otras que no, analizando la contribución de un blanco molecular específico en esa resistencia.
Por otra parte, la Dra. Burgos, junto a Laura Hernández, estudiante del Doctorado en Biología Celular y Biomedicina, se enfocan en el cáncer triple negativo estudiando posibles blancos terapéuticos que ayuden a mejorar la eficacia de la quimioterapia. La tesis doctoral de Laura, realizada en conjunto con la Fundación Arturo López Pérez (FALP), apunta a hacer a la célula tumoral más vulnerable a los fármacos, debilitándola para que responda mejor a los tratamientos.
Asimismo, el proyecto Fondecyt Regular dirigido por la Dra. Burgos explora un blanco molecular específico y se adentra en el papel del retículo endoplasmático: “Este compartimento celular tiene la función, entre otras, de sintetizar proteínas y lípidos. Es una estación subcelular de escala microscópica que ha despertado un creciente interés en la comunidad científica debido a su rol en la progresión del cáncer de mama y otros”, explica.
La colaboración entre laboratorios de investigación y centros de salud como la FALP brinda una oportunidad única para el estudio y tratamiento del cáncer. La capacidad de analizar el cáncer tanto en células aisladas (in vitro) como en modelos vivos (in vivo) en el entorno controlado de un laboratorio es invaluable, ya que estos estudios permiten a los investigadores comprender las interacciones celulares fundamentales y las respuestas a diferentes tratamientos.
“Al observar la plasticidad o reprogramación de la célula, podemos descubrir cómo las células cancerosas cambian y se adaptan en respuesta a diferentes estímulos. Esta adaptabilidad de las células tumorales puede ser una de las razones por las que el cáncer a menudo resulta ser una enfermedad tan difícil de tratar”, agrega la Dra. Patricia Burgos. Al comprender estos cambios, se abren nuevas vías de tratamiento que pueden ser más eficaces o específicas para ciertos tipos de cáncer o etapas de la enfermedad.
Factores de riesgo
De forma complementaria a la investigación científica, la Dra. Burgos subraya la relevancia de considerar los factores de riesgo relacionados con el cáncer de mama, poniendo especial énfasis en la obesidad. “Si bien existen factores de riesgo como la predisposición genética, que son inamovibles y escapan a nuestro control, hay otros que sí están en nuestras manos. Datos epidemiológicos indican una fuerte correlación entre la obesidad y la aparición de cáncer de mama, específicamente del tipo triple negativo”, señala. Para ponerlo en perspectiva: una persona con factores genéticos predisponentes tiene entre un 10-20% de posibilidad de desarrollar cáncer de mama; sin embargo, si esta persona es obesa, ese riesgo podría escalar hasta el 50%.
La alimentación cargada de elementos nocivos, rica en grasas saturadas y azúcares, induce alteraciones a nivel celular. “Desde nuestro enfoque en biología celular, nos dedicamos a analizar las particularidades de esa célula afectada”, destaca la investigadora. Además, menciona que el exceso de grasa acumulada en la zona abdominal, en especial la grasa visceral, puede desencadenar una producción elevada de estrógenos, lo que podría comprometer la eficacia de los tratamientos hormonales.
Detección precoz
El 80% de los cánceres de mama ocurren sin antecedentes genéticos y no hay manera de predecir su aparición, por lo tanto, la mejor forma de prevenir esta enfermedad es a través de la detección temprana, antes de que sea palpable. En este sentido, la Dra. Isabel Saffie, oncóloga e investigadora de la FALP, y colaboradora de investigación en el CEBICEM, recomienda que “toda mujer desde los 40 años en adelante debiera hacerse una mamografía anual para lograr detectar el cáncer en el estadio más precoz, porque sabemos que un cáncer en etapa 0 y en etapa 1 tiene sobre un 95% de curación”.
Además, sugiere que las mujeres menores de 40 se realicen un autoexamen una vez al mes, y que quienes tienen varios antecedentes familiares de cáncer de mama consulten para saber si necesitan algún tipo de vigilancia, además de la mamografía.
En esa misma línea, la Dra. Pamela Ehrenfeld, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile y académico colaborador del programa de Doctorado en Biología Celular y Biomedicina, enfatiza que la educación para la prevención es esencial. “Asimismo, es importante contribuir a estrategias que mejoren nuestra eficiencia para la detección temprana, ya sea optimizando los sistemas de adquisición imagenológica o desarrollando estrategias complementarias a los exámenes imagenológicos que permitan esta pesquisa precoz; desde la inteligencia artificial hasta el desarrollo de biomarcadores que pudiesen utilizarse complementariamente”.
“Hablemos de cáncer”
Con motivo del Día Mundial de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, este sábado 21 de octubre Patricia Burgos, Laura Hernández y Pamela Ehrenfeld, participarán con charlas en el encuentro “Hablemos de cáncer” en Valdivia, una actividad abierta a la comunidad en colaboración entre la Universidad Austral de Chile y la Universidad San Sebastián. La actividad se realizará en el salón principal del Centro Urbano y Deportivo Catrico, a partir de las 15.30 horas.